Las
recientes presentaciones del Ballet Contemporáneo Endedans me
confirmaron una esencia: hay en la danza una infinitud que se
advierte en difusos límites humanos, cuando el alma se superpone al
cuerpo del bailarín.
Llevaba
un tiempo alejada de cuanto acontecía en el Teatro Principal de
Camagüey, y este domingo marcó mi regreso al “escenario” del
palco, porque nada es el público sin el complemento de su artista, y
viceversa.
Dicen
que la primera resulta siempre la mejor de las funciones, pero mi
niña que no alcanza los dos años, solo me “dio permiso” para la
última, y a esa fui a comprobar o refutar lo que tanto había
anunciado en Adelante digital.