El
ejercicio cotidiano del criterio resulta cada vez más una utopía
confiscada. Los espacios con apellidos de “reflexión y debate”,
muy pronto se malogran, porque surgen con la aptitud cercenada a
nivel del pensamiento.
La
polémica suele ser un término manoseado en círculos intelectuales
que a la larga dejan mucho que desear. Los intentos de discusiones en
provincia quedan como triste caricatura de soliloquio, por la
evidente ausencia de voluntad para asumir las refutaciones. Por lo
general, hay poco público y se extrañan los funcionarios que pueden
nutrirse de la cuestión.
De
la historia nacional, me llama la atención este reflujo en la
irreverencia de las ideas. El siglo XIX cubano es conocido como el
siglo de las polémicas, porque los debates filosóficos se tornaron
la lucha ideológica en la etapa colonial.
Entre
las polémicas iniciales fue célebre la relacionada con la versión
del método, la cual prendió la llamarada del juicio en 1838 en La
Habana y Puerto Príncipe, hoy Camagüey, y terminó en Honduras en
1840.
Aquellos
altercados fueron bien profundos y respetuosos, algo que se extraña
en la actualidad, ya que lo común en nuestros días es la palabra pedestre y el
desplome del porte de profesional.
En
1921, el historiador Ramiro Guerra hablaba de lo “inconsistente en
la vida intelectual” del cubano, todo lo contrario a su emotividad,
porque presionado por sus sentimientos “es capaz de demostrar las
más altas cualidades de tenacidad, perseverancia y espíritu de
sacrificio”.
Cuando
pienso en el asunto, siempre recuerdo a un camagüeyano, el crítico
de cine Juan Antonio García Borrero, preguntándose ¿hasta qué
punto hemos carecido de un pensamiento crítico sistemático?. Si nos
hemos quedado en el inventario de opiniones personales, ¿cómo
fomentar una auténtica cultura de la polémica que nos haga crecer?
Sin
dudas, resulta inminente la participación activa, con fundamento,
con la mirada desde una perspectiva crítica a los problemas de la
nación que nacen en nuestro seno familiar.
Yanetsy: En otro siglo alguien te diría: yo pienso de otra manera; ahora se pelean contigo o, en el "mejor" de lo casos, te responden: eso es un disparate. Tienes razón: saber escuchar y querer respetar no es nuestro fuerte en este momento. Pero en todo caso debes estar satisfecha porque a cada rato aportas gotas al río de polémica que habrá de correr.
ResponderEliminarMila, no te imaginas cuánto me alientas, porque la mayoría de las veces me quedo sola con esas gotas. De vez en mes vuelve hasta aquí, aunque sea a contracorriente.
ResponderEliminarYane: acabo de descubrir tu blog y ya lo devoro con ansiedad. Está genial, como tú. Un beso, al parecer no solo compartimos la misma litera durante cinco años sino también las mismas preocupaciones cinco años después. Es una pena que, como bien dices, la polémica de estos tiempos adolesce de un terrible mal de fondo. Gisselle
ResponderEliminarGisu, tu mensaje ha sido mi regalo del día. Sabes que compartimos el afecto infinito de los siempre añorados años de la universidad, con polémica incluida en aquella salita de estar del 900 que, en asuntos contrapuestos, sabía reunir a medio mundo. Cariños miles para ti.
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