La
Semana quería batir a los
“pepillos” y buscó los recursos a mano para emprender la aún
célebre campaña de higienización. Entre palabras hirientes y
caricaturas “preventivas” publicó cuanto pudo contra aquellos
sujetos de nuevo tipo -y
de vieja maña-
que acaparaban las reprimendas de la pública opinión. Fijando
supuestos rostros creía encerrar el perfil de una conducta de
identidad. Todavía hay quienes ven la sexualidad con los tonos
oscuros y grises de esta caricatura que ya cumplió sus 85.
comparto tu pensamiento.
ResponderEliminarGracias, José, por su lectura cómplice.
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