viernes, 2 de agosto de 2013

La noticia


Las noticias en Cuba suelen ser asuntos de rara avis, al punto que pueden estar ahí coqueteando, dando brincos para merecer la atención, y pasan como si nada, vencidas por la más pedestre información, debido fundamentalmente a dos causas: la falta de un “olfato” acostumbrado o la costumbre de creer que las noticias son cosas de otro mundo.

El hijo de dos entrañables amigos de mi hogar acaba de ganar una medalla de bronce en Maccabiah, la conocida olimpiada judía. Fue el primer camagüeyano en la primera delegación cubana invitada a ese evento cuatrienal con sede en Israel. En su debut, nuestra nación compitió en kárate, tiro con arco, tenis de mes, softbol y futsal, y logró dos bronces más, una plata y un oro.

Agenda en mano llegué a su casa, un poco apenada por tener que despertarlo, pues casi no había descansado del extenso viaje de regreso. Por suerte estaba en pie, con su rostro enjuto, sorprendido por el interés de multiplicar su logro que, sin dudas, merece el reconocimiento social.

Resulta que de la olimpiada no salió ni una palabra en los medios oficiales, incluso les habían advertido que no esperaran ver algo, porque se trataba de Israel, un país cuyo gobierno ha sido hostil con Cuba, que lo condena en la ONU, que desconoce su respeto a los derechos humanos...

Yo solo pensaba en el silencio con el que se premia a este quinceañero, por culpa de las doctrinas gubernamentales. Este muchacho aprendió kárate en un área deportiva a la que puede asistir cualquier cubano, porque el deporte, como se repite hasta el cansancio, sigue siendo un derecho del pueblo.

Mi medallista olímpico se ha educado en una familia ejemplar. Sus padres son médicos respetados, uno de ellos curó a muchos angolanos, en los últimos cuatro años. Este muchacho ganador va a la escuela como todos sus contemporáneos, pero su condición de hijo de dos culturas, la cubana y la judía, parece negarle el privilegio de la noticia.

3 comentarios:

  1. Pues ya ves, Yanetsy: estabas tú para salvar la noticia de las aguas del olvido. Como en tantas guerras y en tantos odios, ese muchacho ha sido una "víctima colateral" de un conflicto que es de veras real, pero que no debe silenciar actos de amor como un certamen deportivo.

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    1. Ojalá el amor bastara para sanar esas heridas. Hasta ahora no ha sido suficiente. Gracias, Mila, por regresar siempre.

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  2. Que bueno Yanetsy, pero tus lectores nos quedamos sin conocer el nombre de este joven atleta judio cubano. Ni en que deporte se ganó la medalla.

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