Kelvis
Ochoa no ha revelado la clave de su seducción por Camagüey, pero
hay una complicidad evidente: suspendió el proceso de su último
disco, para cantarle a esta dama de casi medio milenio, con el sabor
cubano que sabe ponerle a la Plaza de El Carmen, con la ternura de
hondo bolero que inspira su balada Yo
te quiero ver.
¿Será
que la distancia bruñe la pasión de ciudadano por los nervios
insondables del civismo, por las emulsiones de un artista que,
parodiando el título del más reciente fonograma, cura con amor el
dolor de la lejanía?
Al
cantautor no le bastó venir en julio a celebrar los cinco años de
la condición camagüeyana de Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Este 12 de noviembre volvió a festejar la urbe. Lo trajo otro motivo
de memoria que empezó con el gesto de un rey, cuando Fernando VII
concedió el título de ciudad a nuestro Puerto Príncipe en 1817.
Aquella investidura no pintaba el compromiso de regencia colectiva
adquirido con el tiempo por los ribetes humanos de un asentamiento
peculiar.
Tal
vez a muchos asombre que alguien que no nació aquí, porque Kelvis
Ochoa es tunero de nacimiento y pinero por convicción, afirme entre
sus prácticas este constante retorno. Pero no cabe duda que la
ciudad tiene valores universales para encantar a moradores y
visitantes entre leyendas y vericuetos, con sus personas ilustres y
especialmente comunes, por la autopista de sus grandes y humildes
historias.
Por
eso, después de la apertura de la muestra fotográfica El
ojo mágico que descubre la ciudad,
en la sede de la Oficina del Historiador, Kelvis Ochoa subió al
escenario levantado para él y, entre vecinos de múltiples
barriadas, le cantó a Camagüey su mosaico sonoro, esgrafiado en
pentagrama de emociones.
Yanetsy: Parece que voy a tener que escuchar más a Kelvis. Ese amor gratuito por nuestra ciudad enriquece para mí su ya respetable obra. Kelvis no cumple 500, pero le has hecho con tu post un regalo patrimonial.
ResponderEliminarMila, no es para tanto. Tal vez cuando él regrese, no muy lejos, seas tú quien lo escuche en la plaza, mientras cuido a mi pequeño ciudadano e imagino tu post amoroso de hijo adoptivo.
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