El
amarillo ha batido hoy un récord en Cuba. Alguien invitó a llenar
los árboles con cintas de ese color y la gente, como un árbol,
salió de la casa prendida al lazo. Quien
tenía una prenda ambarina o de matices con parentesco, tomó la
pieza del ropero y echó a andar por esta rara suerte de espontánea
moda colectiva.
Unos escucharon por primera vez que connotaba la esperanza de la familia norteamericana que espera al hijo de la guerra; otros ni se enteraron. Esa ausencia para Martha Jiménez se tradujo en una gran cinta atada al taburete vacío de su famoso conjunto de la Plaza del Carmen, en Camagüey.
Múltiples iniciativas pintaron la solicitud del cubano por el regreso de otros cuatro a quienes les privaron los colores de la libertad al norte del archipiélago. El amarillo en los cubanos, aún inconscientemente, ha emergido como luz, estímulo, voluntad, entendimiento, amor a la libertad.
Habrá quien prefiera los acentos negativos del color más contradictorio, pero habrá muchos que hoy sintieron optimismo, aunque no sospechen que deben el buen ánimo al amarillo.
Por
lo pronto créame a mí que, sin ser supersticiosa me ha animado a
pesar de las ausencias. Se lo aseguro yo que busqué mi vestidito
amarfilado.
Sin duda que este es un legítimo comentario Amarillo. Sugiero a su autora, que al margen de la legitmidad del momento, nos deleite con sus crónicas más a menudo, es una pena tenerla tan alejada de la realidad.
ResponderEliminarEstimado Pablo, prometo volver a menudo. Su lectura constante es una razón más que suficiente.
EliminarYane: aquel 12 probó otra vez el valor de los símbolos y de la palabra de un hombre... más de una semana después un montón de cintas amarillas que resisten aguaceros y almanaques me prueban cuántas más cosas tenemos que hacer por esos hombres que pusimos en la palabra Cinco, y me lo prueba también Beatriz que se pone la suya en la piernita cada vez la descubre en algún sitio de casa.
ResponderEliminarEs cierto, Daicar, no hay nada como la palabra que connota y el color que dice. Gracias por regresar.
Eliminarun color maravilloso, que llena el alma, no se por qué, el amarillo siempre me ha pegado bien, y no tengo prendas de ese tinte.
ResponderEliminarSí, José, uno lleva colores adentro que no siempre viste. Lo importante es que luzcan bien en el alma.
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