Anoche
pude haberme quedado con las ganas del café, que muy animado venía
ofreciendo un amigo de pupila insomne. Pudo no haber pasado nada,
después que le cerraron las puertas a su idea en un espacio virgen
de pensamiento, frente a un lugar tan simbólico como el Parque
Agramonte. Pudiera hasta no considerarse cibertertulia, porque faltó
Internet. Pero Juan Antonio García Borrero confirmó la contraseña
del audiovisual como el principal azuzador del debate cultural en
Cuba hoy.
Juani,
como preferimos llamarle sus vecinos de la mediterránea Camagüey,
estaba angustiado, por el espaldarazo que acababa de recibir. Había
concebido una oferta especial en el Café Ciudad, para conversar, y
mejor aún, debatir acerca del cine, la cultura
y las nuevas tecnologías. En zona Wifi
haría nacer un espacio insólito en Cuba,
para conectarnos físicamente u on
line.
De momento le dijeron un no rotundo, a
secas.
Anoche
pudimos ser el ombligo de Cuba. Tantos proyectos brillantes han
surgido aquí. Tantas mentes excepcionales han nacido en Camagüey.
Tantos intelectuales incómodos que siguen apostando a la morosa
institucionalidad. Echémosle la culpa
a la ciudad, porque a ratos se antoja de ser angosta y pacata,
para cerrarse a toda conexión.
A
Juani no han podido confiscarle sus utopías. Ojalá en nuestro terruño
acaben de aguzar la mirada. Dentro y fuera de la nación, muchos
aupamos la cibertertulia, un espacio de luz en medio del túnel de
mercachifles que ha resultado nuestro sagrado parque. El primer sorbo
fue amargo, como ha sido nuestro vino. El café del último jueves sigue colando para mí.
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