lunes, 5 de octubre de 2015

Un té añejado con Candita


Candita Batista, la Vedette Negra de Cuba, acaba de cumplir 99 años. A ella le debo mi entrevista inicial, cuando por un ejercicio de clase debí tocar la primera puerta. A la vuelta de los años retomé aquella experiencia periodística y humana, como un desafío a la memoria. Reconstruyendo ese momento, cinco años atrás, nació este texto, hacedor de alegrías para mí, que hoy he querido regalarme...

A la casa de Candita Batista llegué con el escalofrío en el cuerpo por uno de esos ejercicios académicos que te remueven la vida. Debía descubrir el alma de la diva con los rudimentos de pocas semanas en la universidad, como estudiante de la carrera que casi todos desean y encuentran bonita. Como en las telenovelas, toqué la puerta número dos de la calle Cristo con las ganas de salir corriendo.
 
Todos los días usted no concerta una entrevista con la vedette que recorrió medio mundo y compartió escenario con Lola Flores, Charles Aznavour, Josephine Baker, Nat King Cole, Rosita, Lecuona, Celina, el Bola... Quizá por pensar demasiado en eso quedé en blanco mientras repasaba mentalmente las preguntas.
 
Ella abrió con su sonrisa. Su imagen proyectaba altura e inmensidad. El blanco de los ojos propiciaba el contraste casi perfecto con el cuerpo ébano. Hacía rato pasaba de los 80 y ninguna arruga asomaba al rostro, por un secreto tan sencillo como el cuidado de lavarlo con agua fresca antes de dormir. Tres o cuatro llaves colgaban del cuello.
 
La sala está amueblada sin lujos, sólo unos balances de madera, algunas sillas y muchos diplomas. Tiene la imagen del Che Guerrillero de Korda, otra de José Martí y fotos que cuentan la historia de esta mujer sin revelar las privaciones juveniles, cuando los bolsillos del hogar no pudieron pagarle los estudios universitarios, aunque su padre decidió empeñarse, si era preciso, por su educación artística. La niña Cándida Alicia Batista Batista tenía el don: “Nací con la música”.
 
Candita debutó en 1936 en la Sociedad Victoria y fue la primera mujer en Camagüey que cantó acompañada de una orquesta. Luego aumentó la fama con las incursiones en el filin y al regresar de México, sin obviar La Habana, trajo el sobrenombre de la reina de la música afrocubana.
 
Ahora busca en una cajita de metal, de esas que tienen dibujada en la tapa “rescata un poquito de ti”, unos paqueticos de té, revueltos entre aretes, un prendedor sin diamantes y papeles viejos. Medio apenada dice “así vivimos los artistas”.
 
Desde mi sitio veo el patiecito con piso de cemento y techo de enredaderas. Un grupo afina guitarras, calienta tambores y agita maracas. Son los “Mokekeré”, instrumentistas de su grupo. Junto a ellos hace que sintamos a Cuba entre sones y guarachas, nuevas o antológicas, defendidas lo mismo en el extranjero que en el famoso rincón, donde descargó con Filo Torres. Allí cantó por primera vez “Angelitos negros” en 1983, en la inauguración de la peña.
 
Vuelve a la conversación. “El pueblo me ha dado todos esos premios”. Mira las paredes donde cuelga sus títulos y distinciones de Hija Distinguida e Ilustre de la provincia. Cuenta cómo los niños de diferentes escuelas van a cantarle el día de su cumpleaños y de los homenajes de los vecinos cada Jornada de la Cultura. Ser la Vedette Negra de Cuba “es como ustedes han querido llamarme”.
 
Su imagen habla. En la calle siempre la han visto con el moño grande para arriba y el turbante. Así anda desde la década del 50 por un consejo recibido en Francia de formarse un estilo propio. Calla por minutos, como para recorrer los años. “Pienso despedirme del arte con mucha alegría, descansar de la vida agotada y del escenario”. Pero ni ella se lo cree porque replica con la sonrisa noble y coqueta. En el patio la esperan para el ensayo.
 
La invitación sigue en pie para volver cualquier día y pasear por los escenarios de Europa, América y África con la gracia de Candita, y reír con sus ocurrencias, tomar té y despedirnos como hace ocho años con un bolero de los buenos, de José Luis Pena, Tremendo corazón. Tremendo, Candita.

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