viernes, 8 de abril de 2016

Obdulio Fenelo, escritor y librero


El testarudo escritor Obdulio Fenelo quiere vivir del libro. No lo consiguió escribiendo ni con relatos para Quemar las naves ni con los de Un día después de la tristeza. Porque eso de los premios y los derechos de autor tienen más de simbólico que de metálico. Pero desde hace dos años parece encontrar la vía. Sacó patente, abrió una librería y, sin desterrar el oficio de sus cuartillas, se dedica casi por entero a las páginas de otros, porque ahora Obdulio Fenelo también es un vendedor.

lunes, 4 de abril de 2016

Candita


Candita Batista estaba como dormida. Tenía el gesto de sueño profundo después de la más agotadora actuación, como si el cansancio no le hubiera dado tiempo a lavar el rostro con agua fresca, aunque lucía rozagante su piel negrísima. Ya cumplidos los 99 le empezaban a asomar arrugas. Los labios, rojos, intensos. Su típico moño grande arriba con turbante, en esta ocasión chantú cristal, por el vestido azul pastel. Azul, le fascinaba ese color, igual que el amarillo, por la Virgen.

Con Angelitos negros abrió en 1983 su peña en aquel célebre rincón, a un costado de la puerta de su casa en la calle Cristo número dos. Ella y Filo Torres hicieron de esa cochera un santuario de la música popular cubana. Estuvo cerrado desde antes de la muerte del viejo trovador. Mas, ironías de la vida en razones de familia: hace unos meses el espacio sublime del Rincón de Candita es renta de una paladar.

A sus pies, el Título de Hija Ilustre de la provincia, uno de los múltiples diplomas con que prefería decorar su modestísimo hogar. Al lado del reconocimiento, 15 medallas de consagración a la cultura nacional. En derredor, muchas flores; sin embargo, era imperceptible el aroma, ni siquiera el olor de la concurrencia.

Un señor de camisa lánguida entró de súbito y en seguida se acercaron los presentes. Era el Padre Paquito, que ese sábado le había dedicado la misa. Llegó hasta allí por el lazo del bautismo, por cristiana en sus raíces y creyente en su fe. Al invitar a las plegarias dijo: “Candita morirá cuando nosotros la olvidemos”. Nunca, entonces.

viernes, 1 de abril de 2016

Ser de azul


Priss es madre y se sentía sola, desamparada, culpable. Todos, empezando por el esposo, le achacaron el problema del niño. Descontrolada, le pegó al crío aun sabiendo que algo pasaba, y hasta lo odió por saberse rechazada. Muchos le indicaron encerrarlo a oscuras y darle duchas frías en pleno invierno, por las malacrianzas de su hijo. Y lo hizo. Pero después se maldijo, y maldijo a la gente de macabros consejos. Por eso cada día le repite que lo ama. Desde el diagnóstico de autismo moderado ha cambiado la vida de los dos. Hugo cumplió siete años y ahora en él hay más progresos, en vez de retrocesos.
 
Hoy por la mañana, mientras Priss hacía recalar su historia en Internet, una caravana multicolor en los Bicitaxis Andariego, salía de la nueva escuela abierta en la Calle Martí Nro 55. Se llama Héroes del Moncada y es de las pocas del país dedicadas por entero al autismo, de ahí que en la matrícula de 21 alumnos, de tres a nueve años de edad, haya niños de Ciego de Ávila y Morón. 

En la provincia de Camagüey se atienden cerca de 30, sumando los insertados en el sistema de enseñanza especial y la regular porque dos aprenden en primarias convencionales. La cifra pudiera aumentar de superarse el estigma.
 
Padres, maestros y especialistas iban completos o con algo de azul, unos con viseras o también con vistosos sombreros de cartón, con la pieza de un rompecabezas, el símbolo del trastorno del espectro autista, un trastorno de introspección que lleva a la pérdida de contacto con la realidad exterior, si no se atiende a tiempo. Los niños iban de disfraz.
 
En la Plaza de los Trabajadores esperaban esculturas vivientes y zanqueros del grupo Teatro D'Luz. Unos se notaron medio incómodos, pero la mayoría parecía a gusto haciendo la ronda, bailando el vals, cantando y jugando, simulando un trencito propuesto por los payasos Florecita y Cebollita y atentos a las notas que Frank Luis tocó en violín.
 
Y mientras Priss escribía de su angustia, los rostros de las madres de nuestra Plaza tenían los tonos de la compañía, del abrigo, de la compresión porque sus niños tienen avances de conocimiento, van modificando el lenguaje y la conducta. La escuela trabaja para que se sientan bien en eventos sociales y porque pueden aprender un oficio.
 
Mañana es el Día Mundial de la Concienciación sobre el Autismo. De nada vale que te vistas de azul, si no arropas con ese color tus prácticas cotidianas. No sientas lástima porque son personas normales. “Tú eres la pieza que falta”, dice una de las frases de visera. ¿Acaso no será al revés?