La
Isla del Fuego es un curioso escenario en las aguas de Great South
Bay, donde cada año sucede uno de los festivales de danza más
importantes de Estados Unidos, dedicado a la recaudación de fondos
para la lucha contra el sida. Nunca había bailado un cubano, hasta
hace unos días cuando Jesús Arias Pagés y Armando Gómez Briydson,
del Ballet Contemporáneo Endedans, abrigaron en sus pasos la
metáfora de la nación.
“Como un grano de arena dentro de un plato, una cosa mínima pero reconfortante” califica Jesús la sensación de saberse la mayor Isla antillana, de trasmitir la mejor de las energías desde el título a lo profundo de la obra Abrazo perdurable (Lasting embrace), de Pedro Ruiz, coreógrafo cubano-estadounidense que colabora con la compañía desde el 2014.
“Muchas
personas conocedoras de la danza tenían curiosidad por los cubanos.
El evento no es competitivo en un sentido, pero sí cuanto se hace,
porque abre puertas a Cuba, a la compañía, a Camagüey”, cuenta
Armando, todavía con el susto del primer ensayo, sin tiempo de
sobreponerse a condiciones de hostilidad para el cuerpo y la mente.
“Fue llegar, probar el escenario y bailar. Un riesgo”, enfatiza Jesús al recordar aquella tarde a las tres, la grada llena de técnicos, coreógrafos y a saber quiénes más; demasiada luz natural y cansancio…
“Lo que más nos chocó fue el calor. Aquí hemos bailado bajo el sol, pero no se compara”, sigue Armando al contrastar, sin parangón, sus experiencias en México y República Dominicana, donde las tensiones tocaron a menos por tratarse de la compañía como grupo.
“Uno nunca puede subestimar escenario. Un teatro, un parque, una tarima… ninguno es igual. Nunca sabes quién te mira desde el público. Nosotros tenemos un dicho: ensayo malo, función buena. Ya a las cuatro estábamos bailando con excelente acogida, tremenda satisfacción”, insiste Jesús, con más vivencias en el exterior al sumar a las de su compañero otras en Alemania, Guayana Francesa y Martinica.
Desde su estreno en mayo del 2015, Abrazo perdurable les ha propiciado múltiples aplausos en casa y un reconocimiento especial del bailarín ucraniano Vladimir Malakhov; pero hay secretos y preocupaciones que con el tiempo establecen la pieza y sus intérpretes.
“Es una obra abierta. Para nosotros significa la ayuda de una persona a otra que ha tenido recaída. Requiere entrega, confianza, plasticidad, interpretación, musicalidad. Nos ha hecho la mayor exigencia física; ocho minutos que se sienten”, asegura Armando, próximo a cumplir 22 años de edad, y tres en Endedans.
“Bailar muchas veces una obra es un arma de doble filo, porque te confías y puede que no le des la emoción. Por eso nos damos descanso”, revela Jesús, de 26 años, casi con ocho en la compañía que le ha forjado como artista profesional, Premio Uneac 2013 por su interpretación en La Carmen, de Tania Vergara
Al compás de una grabación de música de Mozart ejecutada por el pianista Frank Fernández, y con la estructura y el diseño de Pedro Ruiz, el dúo impactó con las tres presentaciones ---una el 16 de julio y dos el 17-- en el Fire Island Dance Festival, a tal punto que el New York Magazine lo catalogó con foto y todo entre los hechos relevantes de la semana.
“Ya en Cuba conocimos del elogio de la crítica. Dimos visibilidad y éxito a Endedans. Ojalá se repita con la compañía completa. Agradecemos la gestión de la Asociación Hermanos Saíz, por su apoyo a la promoción internacional del arte de los jóvenes, y la de Windows Project”, refiere Armando y gratifica a Pedro Ruiz por ese proyecto de intercambio danzario de Estados Unidos y Cuba. Precisamente en enero de este año, por primera vez en Cuba especialistas autorizadas --Anne Marie Forsythe y Elizabeth Roxas-Dobrish-- dictaron clases magistrales acerca de la Técnica Horton, como acción de la Cátedra Fernando Alonso, de la Universidad de las Artes en Camagüey.
“Fue una experiencia única, por la posibilidad de compartir con estrellas y agrupaciones de fama mundial como el New York City Ballet, Alvin Ailey, Dance Theater of Harlem…, resume Jesús. Concluido el festival, el día 19 participamos en una gala de Windows Project en el Marymount Manhattan College, en Nueva York, otra muestra de nuestro reconocimiento como debut prometedor de Endedans allá”.
La Isla del Fuego va quedando entre las anécdotas de ambos. Disiparon lo último de las secuelas de alta tensión durante las vacaciones. Armando aprovechó para jugar pelota como le gusta, y Jesús para cocinar sin premura. Ya han vuelto a la sede de la compañía, en la calle Cisneros No. 262, a los ensayos cotidianos porque nunca quedan conformes. El cuerpo es perfectible y el horizonte reta en las miradas del mundo a Camagüey, una ciudad que sabe comunicar en códigos de la danza, con los lenguajes de la cultura.
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