miércoles, 26 de octubre de 2016

La luz tropical del Sí

En la arena de la diplomacia, la vida parece resumirse a blanco, negro y gris. Por eso cada votación en la Organización de Naciones Unidas (ONU) resulta un cuadro de tres tonos, para aquel que mire con frialdad los monosílabos y descarte el alma de las cifras, que es descartar los colores de un mundo diverso.

El año pasado, un representante de Estados Unidos se quejaba de que Cuba presentara en la Asamblea General del mayor espacio aglutinante de países, el “mismo informe” titulado “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba” , con el que se insiste desde 1992.

Aquella observación intentaba ridiculizar el texto vivo de la mayor de las Antillas, por las necedades del imperio anglosajón ofuscado en ver nada más el papel y nunca la carne y la piel de los ciudadanos a los que limita por prepotencia.

Hubo distracción mediática, en los intentos de hacer prevalecer el NO de dos, los únicos inflexibles que hace 25 años persisten en cerrar puertas, por encima del de 191 que apoyan porque saben la validez de tender puentes.

A la altura del 2016, el perjuicio a la nación caribeña de las rebeldías sobrepasa los 125 mil 873 millones de dólares, debido a un daño económico al pueblo cubano que asciende a 753 mil 688 millones de dólares.

Caer en las trampas del monosílabo es fácil, y eso entraña el desafío de desentrañar el significado de la cifras. Dentro de unas horas Cuba presentará eso “mismo” que cada año resulta diferente, porque cada año aumentan las dificultades, los sueños truncados a medio camino aunque las malas energías, a pesar de todo, no han confiscado nuestras utopías ni han desinflado nuestras esperanzas.

Al principio de las votaciones, eran numerosas las abstenciones y las ausencias, y poco más de la tercera parte estaba de acuerdo con nosotros, aunque los en contra nunca pasaron de cuatro. Del 2006 en lo adelante, nadie falta, y eso nos dice de la voluntad de tomar parte en un ejercicio de reconocimiento internacional.

Cuba tiene la vocación de la resistencia, una cualidad admirada por casi todo el mundo. ¿Cuánto vale y cuánto cuesta ser paradigma en el mundo actual? Conlleva la práctica cotidiana de no claudicar, de la preservación de los principios innegociables, el tomar aliento de esa energía renovable de la revolución de la constancia.

En la arena de la diplomacia, Cuba anda con el traje natural de la inteligencia, e inteligencia no es otra cosa que la capacidad de elegir, y en la ONU hemos elegido estar para compartir, para convencer, para sumar a pintar con todos los colores las opacidades y los sinsentidos que no tienen el beneficio de la luz del trópico.

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