Publicado en Asociación Hermanos Saíz
Si lo dice Rumbatá, lo creo, porque expone lo que siente, y
canta lo que piensa: “Gracias a la rumba”. Así de sencillo ha titulado
el tercer disco, así de profundo ha de estar con los escarmientos de
veinte años.
Musicólogos y cubanos universales han elogiado la
resonancia del grupo de Wilmer Ferrán Jiménez, al punto de situarlo
entre los cuatro grandes de la rumba cubana junto a Los Muñequitos de
Matanzas, Clave y guaguancó y Yoruba andabo.
Esta agrupación le debe todo a ese complejo genérico al
cual la UNESCO acaba de declarar Patrimonio Cultural Inmaterial de la
Humanidad, piropo generador de una ola súbita de “fans”, que por adeptos
de ocasión se desmenuzan en la orilla. «Es triste que en Camagüey no
hayan pensado en ir, no a Rumbatá, sino a los cultivadores, a la gente
que lleva tiempo defendiéndola», lamenta Wilmer Ferrán.
Incluso el Instituto Cubano de la Música le obsequió por el
cumpleaños –aunque pasado de fecha porque nació el 7 de abril de 1996−
la primera gira nacional, emprendida a mediados de noviembre por Ciego
de Ávila, Sancti Spíritus, Santa Clara y Matanzas, y cuyo término será
en La Habana, en enero de 2017.
Tampoco por gusto el Instituto lo seleccionó para el Fórum
Internacional de Música Primera Línea, una audición el pasado septiembre
solo a 14, de los más variados géneros, los primeros para esa puerta a
la promoción en escenarios foráneos. «Ahora a esperar por esa
oportunidad de grabar con disqueras extranjeras. Quisiera ese regalo,
porque tenemos repertorio para eso», me dice Wilmer Ferrán.
En efecto: sobrepasa los 150 temas. En su modesto
“estudio-taller” graban para sí mismos cuanto les nace. Como tienen el
oído en la base, les conmueve y les compromete lo del pueblo, de ahí el
hermoso 500 rosas, inspirada en la fundación de su ciudad, y la Columbia
para el Comandante, por los 90 de Fidel, tema francamente honesto,
movilizador: «Estoy contento con el tema, por aportar siempre. Con el
Comandante uno se queda corto, en la rumba no se puede ampliar tanto
pero se logra algo bonito, con sentimiento y verdad».
EL DISCO EN LA CLAVE
Empecé por el disco y seguí de largo por la polirritmia
intrínseca a la vida de esta agrupación. Ya grabaron los doce temas, sin
invitado, porque con el fonograma el grupo se toma el pulso en el juego
serio con los ritmos que unos clasifican de guarapachanguear. «Yo le
llamo a eso guarachar con la clave de la rumba un poquito más lento, y
que se pueda mover todo tipo de público e influenciar a la juventud a
través de los cajones» prefiere Wilmer Ferrán.
En “Gracias a la rumba” debuta el cantante Pucho, y el
rapero se estrena con la voz en el complejísimo yambú, por el tema “Pa´
qué te diste la vuelta”. Rompiendo las reglas llegaron a “Fueron tres
golpes de más”. También atraviesan el guaguancó y la columbia, preferida
para el testimonial “Soy Rumbatá”.
Solo un tema no es de Wilmer: “Identidad”, de Pablo
Milanés, por su espacio sincero a la Nueva Trova. Recordemos la versión
de “Candil de nieve”, de Raúl Torres, en Rumbatá (EGREM, 2008), y “Oleo
de una mujer con sombrero”, de Silvio Rodríguez, en La rumba del siglo
(Bis Music, 2010).
“Gracias a la rumba” incluye un bonus track, que su productor de siempre, Manolito Simonet, propició al juntarlos en el set de grabación para el tema “Llorarás”, de Oscar D’ León, con la orquesta venezolana La Dimensión, y con Sixto Llorente, El Indio. El disco saldrá con el sello de Bis Music, confiemos que a principios del 2017.
«Pido al consejo de expertos de Cubadisco, en el que
participamos mucho, que nos analicen de verdad, que noten si hay o no
sinceridad, si es o no Rumbatá, que lo analicen técnicamente para que
los músicos se sientan bien», desea Wilmer Ferrán.
¿QUÉ DICEN LOS QUE SABEN?
Una virtud del grupo es la conciencia de sí mismo, de su
historia y su memoria. En 2015, Ledys Beatriz Ferrer Arias, ya
licenciada en Estudios Socioculturales, desarrolló su trabajo de
diploma: “Trayectoria artística de la agrupación músico-danzaria Rumbatá
dentro del contexto rumbero cubano”. Allí aparecen valiosos criterios:
Manolito Simonet, director del Trabuco y productor de sus
tres discos: “Rumbatá tiene una línea melódica que los define, hacen una
rumba moderna y por eso el público los sigue”.
Helio Orovio, musicólogo, fallecido, quien los calificó
como la revelación de la rumba del siglo XXI: “Tiene una cosa muy buena
que no todos los grupos de rumba poseen que es un coro, unas voces bien
montadas, bien ensambladas, bien afinadas. Los solistas en las
improvisaciones ponen lo que hay que poner. El ritmo no solo es rico,
dinámico, sino muy creativo. La polirritmia que desarrolla por los
distintos percusionistas está muy bien lograda, novedosa; está un poco
en el medio, lo siento así, entre lo tradicional y la innovación”.
Frank Fernández, pianista vivo más laureado de Cuba: “Para
mí la afinación de los coros de Rumbatá es la más perfecta de los grupos
rumberos de Cuba (…) Se establece un diálogo, un contrapunteo entre la
percusión y los coros con una independencia tremenda desde el punto de
vista rítmico. Sin embargo, hay una columna vertebral fundamental y
homogénea a ambas libertades, que son libertades totalmente controladas
por un ritmo interior que tienen los rumberos. Yo soy de ahora y para
siempre un admirador de Rumbatá”.
ALGO MALO VA A PASAR
«No podemos seguir pensando que algo malo va a pasar.
Cuando pasa, la rumba no está presente», asegura Wilmer Ferrán, porque
le han disparado ese sambenito desde el inicio, pero la resistencia es
otro de nuestros patrimonios nacionales.
Fuera de su llanura reclaman mucho a Rumbatá. De Oriente a
Occidente. Acudo a dos ejemplos recientes. En Santa Clara estudiantes de
danza acompañaron con coreografías todo el concierto. En Matanzas le
acogieron fervorosos Diosdado Ramos y los Muñequitos, AfroCuba, Los
Reyes del Tambor, La Columbia del Puerto…: «Te pone contento saber que
Rumbatá forma parte de esa familia rumbera que acontece en el país
completo», aduce el camagüeyano.
Pero el asunto no se cuece en la misma salsa, porque se va
de los condenados a lo marginal, al extremo de lo reconocido como lo
excelso. Me explico: el pianista Frank Fernández, Premio Nacional de
Música, se ha declarado para siempre admirador de Rumbatá, y Juan
Formell con Van Van compartieron su escenario en la ciudad de Camagüey.
Manolito Simonet decidió ayudarlos desde el primer momento, y se lanzó
como productor de rumba, un crecimiento profesional para ambos.
Deferencia insospechada para lo que empezó como un proyecto de músicos
empíricos al abrigo de la Asociación Hermanos Saíz.
Decir que les cumplieron el gusto del festival Rumbatéate,
con participación nacional, no es suficiente. Si es por eso hay que
esperar dos años para tenerlos a mano. Para sede ya le dieron un local,
pero aun no sirve para tocar una clave. ¡Con tantas plazas, Camagüey,
con tantas, y sin embargo, poco, nada! Por eso el director advierte un
cambio en su enfoque laboral: «Tenemos que arrimarnos más a la capital,
porque quiere que tengamos trabajo, que se nos escuche y se nos vea».
Ojalá su provincia se montara de verdad en el tren de la
UNESCO. Camagüey también tiene rumba. La rumba sigue ahí, en las venas,
clara, pegajosa, asombrosamente fuerte a pesar de los cercos
(in)humanos, sin la contingencia de las restauraciones.
Gracias a la rumba, Rumbatá.
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