La Semana de la Cultura camagüeyana sigue en apogeo, con sus espacios habituales y
sus novedades, con las ausencias de quienes ya no están en este mundo y
hemos de devolver vivos al presente, con el empuje de una realidad que
nos demanda buenas prácticas humanas.
Así se han movido las jornadas desde el primero de febrero, con
expresiones de todo tipo, del pensamiento a la ejecución artística,
desde el ejercicio académico a la efervescencia de las tradiciones
naturales, que solo es posible comprender y contener desde la lectura de
lo simbólico. Apliquémoslo a un ejemplo.
El regalo de la canastilla al primer bebé nacido el dos de febrero, día del cumpleaños de la villa;
es celebrar la ciudad –y más atrás, el asentamiento primigenio-- como la
vida.
¿Cuál es la manera justa de corresponder a la cultura secular en una
semana?, preguntamos cada año. Este, tomamos el consejo de Mildred de la
Torre Molina, invitada al iluminador Encuentro de Escritores:
“Sostenerlo en el recuerdo y reproducirlo en la creación”.
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