Vivimos en el mundo de la imagen y
cada vez la imagen resulta más indómita. Cualquiera graba. Las
herramientas de edición están a mano. Discos duros, devedés,
memorias flash soportan un sinfín de contenidos. Las salas de cine
continúan casi vacías. La televisión sigue perdiendo audiencia.
Los hogares abren la puerta a la seudocultura en el paquete dominante
de la semana. Ante el constante flujo de material audiovisual, ¿cómo
no perder las coordenadas de lo que somos, de lo que hemos
construido, de lo que queremos?
Entre mirar y ser mirados se debaten
los nuevos realizadores. La seducción por la cámara ha enfocado su
necesidad intrínseca: crear primero, incluso sin tener la justa
claridad de lo que quieren contar. No siempre los buenos proyectos
terminan como buenas realizaciones. Pero los jóvenes están
visibilizando las historias cotidianas. Y en la obra de los jóvenes
ha quedado registrada la memoria de la realidad cubana de los últimos
años.
“Interpretar la realidad es casi
llegar a transformarla”, decía la Maestra de Juventudes Grazziella
Pogolotti durante el segundo Congreso de la Asociación Hermanos Saíz
(AHS), en octubre del 2013. Ese cónclave dejó más preguntas que
respuestas. La sección de Audiovisuales de Camagüey se cuestiona:
¿Prolongamos el debate? ¿Cuál Asociación necesitamos? ¿Qué
hemos hecho después del Congreso?
El rediseño del país impulsa nuevas
relaciones. Los jóvenes realizadores buscan su espacio. Insisten en
el reconocimiento del creador audiovisual como figura jurídica.
Solicitan amparo legal para las productoras autónomas. La
característica de nuestra época como puramente visual ha
reacondicionado la imaginación a la ecuación algorítmica de las
nuevas tecnologías de la imagen. Por eso es tan importante la visión
interdisciplinaria con medios y tecnologías.
El universo audiovisual es el mayor
difusor de contenidos. La AHS ha situado en la balanza el retroceso
del gusto, las demandas de público. Los jóvenes están mirando con
sentido crítico y reflexivo. Los jóvenes quieren provocar el
diálogo con las audiencias. Los jóvenes intentan generar opinión,
debate, análisis en torno a temas esenciales de la cultura. Los
jóvenes quieren estimular la cultura de pensamiento, a partir de las
necesidades comunicacionales del contexto. Colocando bien el ojo en
la cámara pueden lograr que la cultura se integre a la subjetividad
como fuerza actuante.
Parece que molesta la terquedad de la
AHS con los medios oficiales de comunicación. La Asociación pudiera
desistir de los medios, pero apuesta por el acompañamiento.
También hay otras preocupaciones en
primer plano. Son preocupaciones al interior de la Asociación. Para
que la Asociación haga suficiente por el asociado, debe atenderlo
como individualidad. El creador requiere el apoyo de la organización
para preservar el patrimonio audiovisual, para acceder a
oportunidades de capacitación, para recibir la promoción merecida.
Por otro lado, conviene analizar si el asociado corresponde a la
Asociación en la justa medida. Al menos saltan a la vista ejemplos
de provechosa comunión.
La Muestra Audiovisual “Almacén de
la Imagen” mantiene la condición del principal evento de su tipo
dentro de la organización. El pitching que le nació sigue siendo un
incentivo, a pesar de las fallas en el cumplimiento de los
compromisos. Su extensión comunitaria con el proyecto “Cine en los
Barrios” merece el elogio por la intención. El Movimiento
Audiovisual Nuevitero y su evento Hieroscopia crecen como caso
descentralizador.
La sección de Audiovisuales de
Camagüey tiene fortalezas y vulnerabilidades. Sus integrantes quizá
no acudan a la Casa del Joven Creador como pudieran. Andan
perfeccionando guiones o buscando financiamiento. Unos logran
propuestas atractivas y otros, más discretas. Entablan un diálogo
directo con la realidad o evocan el pasado. Tienen recaídas en
convencionalismos, pero de pruebas y errores está lleno el camino a
la madurez. Sin embargo, no se les puede negar la audacia, la
curiosidad, la diversidad de enfoques, intereses y calidades
estéticas. Han de ser arriesgados para tomar la imagen con
responsable antojo.
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