Amaneció
lloviendo. Luego escampó un poco, pero el día seguía pintando para
gris. Alma quedaba refunfuñando en el corral, porque casi era hora de su tropel. Seguro mientras ya andaba correteando por la casa con
Daniel, detrás de la pelota que le dio papá, yo llegaba a la
redacción, después de casi un año y medio sin sus rutinas. Y aunque encontré afecto del bueno, el espacio de mis cuartillas se me ha antojado mustio. ¿Seré yo? ¿Serán los olvidos, las ausencias, los vacíos? Hoy he vuelto a
trabajar. Hoy he prendido la vela de la esperanza para que mis días aquí se
llenen de colores.
Yanetsy, acabas de prender la vela para que nuestros días se llenen de colores. Eres muy bienvenida de regreso. Que la lluvia de hoy sirva de símbolo de lo fértil que será el porvenir. Gracias por retornar. El arcoiris del día a día borrará lo mustio de las cuartillas. Un abrazo de Luz.
ResponderEliminarGracias, Roge, por tus gotas de luz.
EliminarVerás los colores, no dudes de eso. Tómalo como una nueva graduación.
ResponderEliminarFigúrate, Mila, que ando como recién graduada, en pleno adiestramiento y pendiente de adaptación. Un abrazo.
EliminarNo te preocupes... la luz llega de todas todas y consigo la difracción que no permite apreciar la inmensidad de colores que le componen... Saludos... que tengas muy buen día.
ResponderEliminarGracias, Adanys, porque también las visitas al blog me llenan de colores.
EliminarA todos... creo las visitas nos terminan llenando de colores.
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