Esta
foto de hace un año dejó de ser el registro de un elogio público,
para convertirse en la prueba de un suceso irrepetible: la existencia
de dos camagüeyanos que no alumbrará el mundo de la cibercultura.
Luis
Álvarez, el de las gafas, no podrá celebrar como en la foto, el
único premio que le faltaba, el Nacional de Literatura 2017,
anunciado hace dos días. No podrá, porque ha muerto ese compañero
de la difícil batalla por legitimar el conocimiento, del estudio y
el magisterio para el ejercicio de pensar en las claves de la
cultura.
Desiderio
Navarro tenía 69 años. Un cáncer nos privó ayer de su torrente
de criterios, y deja la sensación de orfandad en los cubanos que
tenían en él la única puerta a textos científicos de 20 idiomas.
Su
coterráneo Luis, dos veces Álvarez, dos veces Doctor, aquella tarde
en la Sala Nuevo Mundo calificó a Desiderio de pionero en Cuba en la
ensayística desarrollada desde la semiótica, y ponderó su labor de
investigador y crítico de literatura y artes plásticas, y de
defensor de la crítica como cuestión moral.
Esta
foto ahora contiene una memoria con dolor, entraña el reto de que la
pérdida solo lo sea del cuerpo, no del olvido. Insta a aprovechar en
vida a Luis Álvarez, el segundo camagüeyano al que se le otorga el
Premio Nacional Literatura. Nicolás Guillén lo estrenó en 1983.
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