viernes, 2 de febrero de 2018

La hoja de la caleta (I)


El que piense que La hoja de la caleta es solo un filme, se equivoca. Como largometraje de 70 minutos es lo más evidente de un proyecto sociocultural fortuito en Santa Cruz del Sur. Si el rodaje duró 21 días y ocurrió hace cuatro años, ¿por qué los pobladores lo tratan como un hecho reciente?

La idea ingenua de la premier me llevó hasta allá. Poco antes había llovido, pero aquella noche era especial. La imagen lució estupenda en la pantalla. La obra se vio casi como en el habanero cine Chaplin, y me permito la comparación por los riesgos de las proyecciones en espacios a cielo abierto.

Sin embargo, el estreno no significó el encantamiento de la primera vez, porque los santacruceños meses atrás habían visto algo, una copia de trabajo que no era la definitiva, debido a ese contrabando nacional del “Paquete”. ¿Entonces por qué fueron al parque? Alguien lo atribuyó a que “en estos pueblos no pasa nada”. Su razón no me convenció, porque ni siquiera el equipo de realización ─de La Habana y de la ciudad de Camagüey─ está plenamente consciente del impacto real de “La caleta”, como el mismo pueblo llama la película.

En la película interpretaron al hijo y al padre. En la vida real, Carlos Denis y Yohandis Aballe Sosa son dos camagüeyanos que se abrazan.
EL PROTAGONISTA
 El protagonista es un niño de primaria, interpretado por Carlos Denis Fernández Menéndez. “Mi papel se llamaba Berto”, me cuenta. “Era un niño que estaba falta de cariño, porque su mamá se fue del país, y él se quedó con el papá que era alcohólico y lo maltrataba. Es una historia muy triste”.

Carlos Denis ya cursa la secundaria. Cuando llegue a noveno quiere hacer la prueba de aptitud para estudiar teatro en la Academia de las Artes Vicentina de la Torre. Dice que asumió la actuación “como un juego porque era muy chiquito”. Lo del juego no fue tan así. Con ocho años afrontó lo desconocido: “Mis padres siempre me han estado apoyando, y en la película, como Berto, me faltaba el apoyo de mi madre”.

Ahora los coterráneos buscan en él las respuestas que no da La hoja de la caleta: “La gente en la calle me pregunta con quién me fui por fin, si con mi mamá o mi papá, y yo digo que eso es opinión del público”.
LOS PADRES
Somos una familia funcional”, me insiste Dailyn Menéndez Acuña, la madre de Carlos Denis, por una nota mal tomada y difundida en una publicación con tirada nacional, en la que se asegura que el niño en la vida real sufrió el abandono, y se generaliza la historia de la película como algo frecuente en Santa Cruz del Sur.

Aclarado el asunto, Dailyn valora el producto audiovisual: “El resultado fue muy bonito. En la película aprecio un desenvolvimiento en mi niño que no vi cuando lo filmaron”. Entonces Carlos Fernández Toledo, el padre de Carlos Denis, señala otro resultado: “Hallo que ha madurado. Lo veo más entusiasmado”.

EL INSTRUCTOR
 El nombre de Michel Rodríguez Rosabal se menciona tanto como el de Mirta González y Jorge Campanería, los directores de La hoja de la caleta, aunque él prefiere ser el que agradece: “Es un orgullo enorme que mi grupo de teatro, Abracadabra, haya sido prácticamente la nómina de los niños de la película. Habíamos ganado tres veces el “Escaramujo”, pero este fue un premio al trabajo”.

El instructor de teatro también actuó: “Nunca pensé verme en una pantalla, y menos con monstruos de la actuación como Manuel Porto e Irela Bravo, un compromiso tan grande que uno teme fracasar y hacer el ridículo”.

Abracadabra se disolvió después del rodaje. Ahora Michel coordina producciones radiofónicas, escribe guiones y quiere pasar un curso de dirección de programas. Se prepara para seguir con los niños desde la radio.

EL CARPINTERO
La proyección estaba a punto de comenzar, cuando en eso llegó “Chepul”, el carpintero. Muy pocos lo conocen por José Miguel, todo un personaje en la comunidad, sociable por naturaleza. Me recalcó que había sido humorista.
 — ¿Cuál fue tu rol?
 —Mi papel fue de tramoyista. Fabricamos el muelle, hicimos los muebles, tuvimos que sacar macío para una escena, una planta que se da en lagunas y arroyos. Como el muelle estaba nuevo había que darle la textura como si fuera antiguo.
¿Y cómo lo lograste?
Busqué a los muchachos y le dije “fondéenme aquí, con el mismo fango del mar”, y yo con una esponja. Cuando aquello se secó cogí la escoba y empecé a limpiar. La madera se manchó y nosotros contentísimos, cuando, para colmo, empezó a llover… La verdad, fue el toque que le faltaba. El muelle quedó de película.
¿Por qué demoró tanto la terminación de La hoja de la caleta?
Hubo problemas con la edición, y hubo que empezar de nuevo. En la filmación me parecía un sueño verme entre ellos. Después la gente en la calle: “¿Cuándo sale La caleta?”, y yo: señores, no sé, no tengo que ver con eso. “Sí, tú sí estás vinculado”.
¿Te gustó el resultado?
Esto es, vaya, como un sello. Los pobladores están contentos. A penas empezó la gente a verla, porque entró por un Paquete, en la casa no paraba de sonar el teléfono. Para mí fue una experiencia linda sobre todo por la ayuda mutua. A cada rato le digo a mi esposa que los extraño. Ahora cuando nos topamos fue grande.
Me han dicho que con “Chepul” hay trigo para una comedia…
Hacía falta unos palos donde tender las redes. Me lo dice Ogrei (se refiere a Oigrés Suárez, el productor). Piqué sin darme cuenta que había un nido de avispas… También me dio un bajón de presión, padezco de eso. En la casita de producción –la casa del Pega y Marbelis-, recuerdo a Tony, el estilista, con los ojos grandes: “Tú no te puedes morir porque la película no se ha terminado”.
Después de todo eso, ¿qué es el cine para ti?
Es una pregunta buena. El cine es emociones de inicio a fin. Cuando se trabaja así, con unión, no sientes el cansancio. A mí me dio por trabajar y trabajar. Televisión y cine son una cosa muy bella.
Exhibición de "La caleta" en el parque de Santa Cruz del Sur.
LA PERIODISTA
Tomar distancia ante un hecho que te involucra es uno de los gajes del oficio periodístico. Mi colega María Elena Javier, de la corresponsalía de televisión, lo logra con profesionalidad: “Se trata de la primera vez que se filma una película en Santa Cruz del Sur, un largometraje de ficción que toca realidades: las salidas ilegales, las personas yéndose a buscar sus destinos, dejando familias atrás. De alguna manera los santacruceños nos vemos identificados. A la gente le gusta verse protagonista, ver lo suyo, la presencia de artistas conocidos por la Televisión Cubana.

Pero el enfoque en la promoción ha tenido más un tono de obra documental que de ficción. La hoja de la caleta no clasifica como un docudrama. El guionista partió de una anécdota ocurrida en Sao Ciruelo, una comunidad en las afueras del municipio de Camagüey. A los efectos del rodaje, la playa y la escuela Patricio Ojera, que queda al lado del parque, fueron elegidos como set de filmación.

La película muestra un Santa Cruz depauperado, triste, feo, me aclara María Elena. Los hacedores tienen sus razones, pero ese no es el Santa Cruz que tenemos. Sin embargo, las personas no se me acercaron por eso, sino por ‘¿cómo es posible que Rangel, el del ‘yipi’, salga de la punta y llegue a la curva, vuelves a verlo en el mismo lugar?’”.

La puesta en escena crea una ilusión que no tiene por qué corresponderse con la lógica del trazado de un pueblo donde tampoco se come dulce de uva caleta. El porqué de esa metáfora lo enfocaremos pronto, con los puntos de vista del otro equipo de realización.

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