martes, 17 de julio de 2018

ADN taíno: se lleva pero no se dice


Foto: Otilio Rivero Delgado.
Me molesta el eslogan de la guagua de dos pisos. No entraré en el detalle de si pegan o no el marrón del letrero y las palmas y los tinajones superpuestos al exótico colorín andante. Eso no me preocupa tanto como lo que a la vista de todos se desconoce con cuatro palabras: Cinco siglos de historia.

Recuerdo que la expresión se manejó desde la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey alrededor del 2014, precisamente porque el dos de febrero de ese año conmemoramos el aniversario 500 de la fundación de la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe. Estaba más que justificada.

De aquel hecho a la etiqueta actual han crecido las incongruencias entre lo que se dice y lo que se enseña, hablo desde la comunicación social. Ese ómnibus de ruta en ruta va fijando en la mente de los crédulos solo un segmento de lo que somos. Así de sencillo queda desprotegida nuestra herencia aborigen.

Hace unos meses nos visitó el camagüeyano José Barreiro, quien vive en Estados Unidos no porque quiso, sino porque se lo llevó la Operación Peter Pan. Por suerte allá cayó en los brazos de una familia de iroqueses, una de las comunidades indígenas norteamericanas. Él dirige el Museo Nacional del Indígena Americano, y como investigador insistía en el dato reciente del ADN mitocondrial taíno en el 34,5 % de la población cubana. Por tanto, con la ciencia se desmiente la extinción de los aborígenes en Cuba.

Si Barreiro ve en movimiento lo de Cinco siglos de historia, tal vez infarte. Para este comentario lamento no tener el grado del malestar de los miembros de la Sociedad Científica Victoria de Caonao, tan ocupada por vindicar ese legado de resistencia cultural.
Rafaela Ramírez Rojas es oriunda de Yateras y vive en Sierra de Cubitas, Camagüey.
De acuerdo con el lingüista cubano Sergio Valdés Bernal, el castellano nacional contiene casi 400 voces taínas, preservadas en el habla cotidiana, en la toponimia y en documentos del período colonial que indican la presencia aborigen en Yateras y en zonas de nuestra provincia. No por gusto el 9 de junio destacamos la decisión del Ayuntamiento de Puerto Príncipe de cambiar en 1903 el nombre al municipio y la ciudad, para llamarlos Camagüey.

Otras huellas contemporáneas de aquellos pobladores son la hamaca, el bohío, el tabaco, el casabe, las curas con plantas medicinales y los cuentos de güijes. A propósito, antes de asociar el 24 junio con San Juan, aquí se celebraba el 24 porque era el día que salía el güije. Esa tradición campesina se perdió.

De los descendientes aborígenes los más conocidos resultan los Rojas Ramírez, de las lomas de Oriente. Provienen de Manuel de Rojas, sobrino del conquistador Diego Velázquez, encomendero español con asientos en Baracoa, y de Miguel Ramírez, Obispo de Cuba en 1528, primero en realizar bautizos masivos entre los llamados indios.

Mirtha Cosme Claro refleja en su estudio genealógico los resultados de las mediciones antropométricas, y concluye que la población amerindia de Yateras mantiene rasgos distintivos sobre otras del país como son su homogeneidad morfogenética y su alta consanguinidad. Ella recomienda completar estudios porque la dinámica del grupo tiende al mestizaje y a la emigración; y como advirtió Charles Stewart, la mezcla en Cuba es un flujo continuo, creativo, y no una síntesis conclusa.

Casualmente una mujer de La Caridad de los Indios, Yateras, se asentó sin sospecharlo en un batey indígena de Camagüey. La conocí hace pocos años en San Juan de las Cruces, Sierra de Cubitas. Se llama Rafaela Ramírez Rojas. Le gusta consumir calalú, pescar en el río, descansar en su hamaca, hacer jarabes para el catarro y otros remedios y bailar, aunque no sea el areito.
Diálogo con Rafaela, para el documental Calalú.
De baja estatura, piel cobriza y hábitos de vida enraizados, ella denota lo difícil de la preservación de su esencia ante los apremios de la vida cotidiana que la condena a estereotipo. Hasta su hogar llegan turistas de una instalación de campismo que la ofrece entre los atractivos de un sendero. Eso me duele tanto como me molesta el eslogan de la guagua de dos pisos.

Muchas investigaciones señalan que los primeros habitantes de la Isla, hace más de diez mil años, tuvieron una continuidad más prolongada de lo que se reconoce. En plena crisis de identidades en un contexto de ofensiva mundial en el ámbito de lo simbólico, los camagüeyanos debemos aguzar la conciencia de lo que se expresa. Los problemas de la comunicación social en Cuba no se resolverán solo con la política y su decreto. Respaldemos cada práctica con verdadero sedimento cultural.

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