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Foto: Leandro Pérez Pérez. |
El
primer pensamiento que provocan las ferias de artesanía no pasa por
la mente, sino por el bolsillo. Como el salario común no da para
comprar lo de tradición, lo que queda es ir aunque sea a mirar y a
sufrir. Visto desde esta perspectiva, los artesanos encajan en el
retrato del villano, sin embargo, en Arte para Mamá me propuse
descubrirles el corazoncito.
Las
producciones en las perchas, las vidrieras y los stands tienen su
rostro oculto y hay porqués que alcanzan niveles de absurdo por
las fuentes de las materias primas, culpables en alto por ciento del
precio "astronómico" de una producción en Cuba.
"Es
un poquito caro", me dijo con voz de culpable y avergonzado el
trinitario Ernesto Vladimir Fonseca Montero, al mostrarme sus
confecciones con el sello Fibratex, de bordado y deshilado a mano,
entre otras técnicas aprendidas de sus abuelas. Él demora seis
meses en un mantel para ocho comensales: "Aquí donde me vez tengo
las córneas inflamadas", dijo abriéndome los párpados.
Cerca está el puesto de Yuri Vidal Cardoso, un camagüeyano que sabe los misterios y las malcriadeces del barro. En las ferias habaneras le ha ido bien, y quiso probar en su tierra con las vasijas logradas con la arcilla rosada caolinítica, resistente a altas temperaturas en el horno. Se arriesgó con sus piezas de "mates muy serios", a pesar de que la clientela busca colorines, dorados, plateados y mucho brillo.
A
unos pasos de allí venden los cienfuegueros del proyecto Reinel y
Dianko. Ambos celebran una década de consagración al diseño, y
lamentan la poca divulgación en los medios nacionales del trabajo de
los miembros de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas. "Por
su forma de vestir puede identificarse a un pueblo. La moda no solo
está en lo que se lleva, sino en cómo eso influye en el ideal y el
comportamiento de las personas", sentenció Dianko.
El
Centro Cultural Casino de Camagüey ha acogido desde el 2 de mayo hasta mañana, la
Feria Nacional de Artesanía Arte para Mamá. Los aguaceros coartaron
determinadas afluencias y al calor adentro ha puesto de moda las
pencas y los abanicos. Entre dientes o a bocajarro se ha escuchado de
todo, y también se ha comprado de todo.
Los visitantes agradecen la
atención del Fondo Cubano de Bienes Culturales, y el Fondo se aferra
a la feria para que aumente el roce de los artesanos y el público, y
así
se aprecie lo único y se desestime lo ajeno seriado. Queda mucho por
resolver como el tema caliente de la importación y procesos que
permitan abaratar y no encarecer; lo del salario es un caso aparte...
En
cuanto a Arte para Mamá, no sería justa si omitiera el servicio y
el trato amable y seductor hacia las personas, aunque solo fueran a
mirar y a preguntar, así como el esfuerzo por ofrecer con dignidad
lo que se hace por herencia, aunque en casa cueste tanto que sea
tendencia de orgullo lo nuestro.